Demasiado color ciega el ojo.
demasiado ruido ensordece el oido,
demasiado condimento embota el paladar,
demasiado jugar dispersa la mente,
demasiado deseo entristece el corazón.
El sabio abandona la sensación y se concentra en la sustancia
para satisfacer las necesidades, no los sentidos.
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